Pantalla Grande

Till. El crimen que lo cambió todo

Racismo vs. derechos humanos



Directora: Chinonye Chukwu

Guion: Chinonye Chukwu, Keith Beauchamp

Fotografía: Bobby Bukowski

Música: Abel Korzeniowski

Diseño de Producción: Curt Beech

Dirección Artística: Carlton Lee Jr., Christopher Tandon

Montaje: Ron Patane

Vestuario: Marci Rodgers

Maquillaje: Megan Belcher

Efectos Especiales: Rick Cramblett

Efectos Visuales: Matt Akey

Productores: Keith Beauchamp; Barbara Broccoli; Whoopi Goldberg; Thomas Levine; Frederick M. Zollo

Productora Asociada: Tina Broccoli

Productor Ejecutivo:  Chinonye Chukwu

Intérpretes: Danielle Deadwyler, Whoopi Goldberg, Jalyn Hall, Frankie Faison, Jayme Lawson. Tosin Cole. Kevin T. Carroll, Sean Patrick Thomas. John Douglas Thompson. Roger Guenveur Smith. Haley Bennett


Idioma (VOSE): Inglés

Duración: 130'

SESIÓN 21.02.24

La historia real de la incansable búsqueda de justicia de Mamie Till Mobley para su hijo de 14 años, Emmett Till, quien, en 1955, fue linchado mientras visitaba a sus primos en Mississippi.

Mamie Till-Mobley, viuda y con un hijo, es la única mujer negra que trabaja para las Fuerzas Aéreas en Chicago. Mamie se convierte en una combatiente revolucionaria al empeñarse en enseñar al mundo el cuerpo brutalmente mutilado de su hijo en un ataúd abierto, desafiando abiertamente la opresión y el odio. <<Quería que el mundo viera lo que le habían hecho a mi hijo>>, dijo entonces. Asimismo, dio los derechos en exclusiva a la revista Jet Magazine para que publicara imágenes del cuerpo de su hijo, logrando que el mundo entero se enterara del linchamiento. El valor de una madre se convirtió en un pilar del movimiento pro derechos humanos y la obligó, a su pesar, a transformarse en una activista de la NAACP (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color) en defensa de la justicia social y la educación.

Mamie Till-Mobley representa a muchas extraordinarias mujeres negras de la historia de Estados Unidos (aunque en la mayoría de casos, estas heroínas nunca salen a la luz) que han luchado por la justicia, rehusándose a aceptar horrendos momentos de injusticia, tanto social como racial, y que han convertido su dolor en triunfo en la continua lucha por los derechos civiles, la igualdad y la humanidad.

Chinoye Chuwku tiene muy claro que quiere sensibilizar y tocar la fibra de quien vea la película, como la protagonista de su historia quiso sensibilizar a la sociedad estadounidense de la época insistiendo en mostrar el desfigurado cuerpo de su hijo. 

Así, la puesta en escena descansa sobre una música melodramática y sobre la interpretación de Danielle Deadwyler, encarnando a una madre tan determinada a hacer justicia como destrozada por la injusticia y por la soledad. Chuwku confía en las interpretaciones, en la música y en la recreación del cadáver mutilado para humedecer los ojos del espectador de una manera nada sutil. Este subrayado un tanto exagerado, que en otras circunstancias podría fácilmente ser desdeñado por ser el camino fácil, es seguramente la única forma de hacer justicia con el hecho real, y hace rimar las intenciones de la directora con las de la protagonista.

Till, el crimen que lo cambió todo se aleja del tono documental para mostrar la perversión del sueño americano de modo tal que pasamos de una ciudad más cosmopolita y permeable a los cambios sociales como Chicago, a la América profunda en la que la realidad era muy distinta y los ciudadanos negros aún a mediados de los 50 eran tratados como de segunda categoría.

Uno de los aspectos más interesantes de la película es, de hecho, el subtexto sobre la diferencia de clases: lo que hizo mediático el caso Till no fue solo la brutalidad asociada a su atroz asesinato, sino la voluntad de una madre decidida a utilizar su imagen para mostrar a la comunidad el resultado de la barbarie y eso es algo que fue posible porque tenía un estatus social que se lo permitía.

El guión, basado en el autobiografía de Simeon Wright, testigo del secuestro de Emmett, se esfuerza en mostrar la tragedia desde la óptica del amor materno-filial, sin dejar de indagar en las diferentes ideosincrasias del norte y el sur respecto a la política racial y sus usos y costumbres. Y, claro está, toma partido desde el primer instante: en ese sentido es una cinta honesta y comprometida.

Buena parte de la fuerza del film reside en la interpretación de Deadwyler, una figura que más que dignificarse en este biopic se reivindica por haber hecho de su dolor íntimo bandera para una causa en la que supo implicar a la sociedad entera haciéndola despertar para movilizarla… por más que su esfuerzo haya tardado tanto tiempo en dar algunos frutos.

Till, el crimen que cambió todo si peca de algo es centrarse especialmente en el lado melodramático de la historia, a pesar de que la dirección de Chinonye Chukwu es muy elegante e incluso nos prepara para el golpe definitivo antes de mostrarnos el cuerpo y cómo Mamie lo recorre con sus manos, uno de los momentos climáticos de la película, junto a su declaración en el juicio o sus primeras declaraciones públicas multitudinarias. En suma, una tragedia conmovedora y aleccionadora sobre una página de la historia de la humanidad que no se ha terminado por completo de resolver.

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