Pantalla Grande

Broker

La propiedad de los hijos



Director: Hirokazu Koreeda

Guion: Hirokazu Koreeda

Fotografía: Hong Kyung-pyo/ color

Música: Jung Jae-il

Montaje: Hirokazu Koreeda

Intérpretes: Song Kang-ho,  Bae Doona, Kang Dong-won,  IU, Lee Joo-young 


Idioma (VOSE): Coreano

Duración: 129'

SESIÓN 13.12.23

Vuelve Koreeda. El director japonés más invitado y celebrado en los grandes festivales de cine del mundo, con palco y wc propio en el festival de Cannes. Vuelve el maestro del cine familiar japonés, el shomin-geki, que ha hecho arte de la cotidianidad. Por ese motivo -y porque me tocaba en el reparto de películas- vuelvo yo para hablar de la última de ellas, perdón la penúltima, ya que cuando lean estas líneas se habrá estrenado en las salas de España Monstruo. Pero de ésta hablaremos en el próximo año. 

Broker no se diferencia sustancialmente en su temática de lo que venía haciendo hasta ahora. El único cambio es que ha abandonado Japón para rodar un largometraje. No se ha ido muy lejos, concretamente a Busan, en Corea del Sur. Este país se ha convertido en un excelente caldo de cultivo para que surjan buenas películas, conviven dentro de él dos culturas que se retroalimentan y se mejoran. Corea del Sur es el país asiático mas occidentalizado o, también, el país occidentalizado más asiático.  

Koreeda se fijó en un viaje a Seúl, hace más de diez años, que las iglesias cristianas existentes en la península habían conseguido autorización para instalar en sus edificios y templos los llamados baby boxes, para que las madres que habían dado a luz un niño no deseado pudieran entregarlo, garantizando la supervivencia del recién nacido y el anonimato de la madre. En el fondo no se diferenciaba gran cosa de los tornos existentes en los conventos de clausura en la Europa católica del siglo XIX y anteriores. 

La película da comienzo mostrándonos a una madre en un día de lluvia mientras se dirige de noche a uno de estos modernos tornos. La imagen de esa mujer con el niño entre sus brazos, el pelo mojado y caminando a paso lento, para cualquier otro director no pasaría de ser un cliché demasiado usado o un perezoso intento de crear un momento emotivo. Pero Koreeda no es cualquier otro y consigue en poco tiempo ponernos en antecedentes y removernos un poco en la butaca.

A partir de ahí, y sin eludir el drama de los niños no deseados, nos vuelve a demostrar que hay diferentes formas de familia más allá de los vínculos de sangre. Lo vimos en De tal padre tal hijo o en Un asunto de familia. De esta última película retoma la mirada de ternura hacia los pequeños delincuentes que viven entre nosotros y con sus actos justifican su intento de perfeccionar un sistema imperfecto, a ser posible a cambio de un suculento beneficio. Y si tenemos que buscar el prototipo de pícaro coreano, recordaremos al actor que nos cautivó con Parásitos. No les pediré que digan su nombre porque comprendo que el coreano no es un idioma que manejemos con fluidez, pero se llama Song Kang-ho, todo un grande del cine actual. El personaje interpretado por él está compinchado con un voluntario que trabaja en horario nocturno controlando una de estas baby box. Entre los dos se ocupan de quedarse con los niños para después venderlos al mejor postor. Despreciables, ¿verdad? Pues, aunque no lo crean, conseguirán robarles el corazón. 

La película pasará a convertirse en una road movie en la que participarán nuestros dos delincuentes, la joven madre que da comienzo a la historia, un pequeño huérfano que se les ha unido y dos mujeres policías que les siguen a distancia esperando para pillarles en el momento en que se produzca la transacción económica con los adoptantes que mejor paguen. 

Conoceremos el drama de los hijos abandonados o maltratados, la maternidad no deseada y la redención a partir de pequeños gestos de humanidad que nos hacen sobrellevar mal que bien este perro mundo. Broker es por momentos, drama, comedia, cine de introspección personal y, sobre todo, es Koreeda.

El director eligió como título la palabra bróker porque en esta historia estaban reflejados distintos tipos de intermediarios; la madre que tiene la intención inicial de entregar a su hijo para que sea acogido por unos padres adecuados; Los dos hombres que justifican sus actos por un afán económico en un caso, o para evitar una infancia de orfanato, en el otro. Por último, está la inspectora de policía que los persigue, y sin ella reconocerlo, también es una intermediaria entre el cumplimiento de la ley y la sensación de vacío culpable por no dedicar todo el tiempo que debería a sus hijos.

Broker nació también como pregunta o dilema a sus compatriotas japoneses a raíz de la polémica creación de una de estas cajas de niños en su país, a diferencia de Corea del Sur donde este modelo se ha multiplicado en muchas de sus ciudades. ¿Hasta que punto es ético devolver a un recién nacido, como el que devuelve una camisa adquirida en unos grandes almacenes? ¿La interrupción del embarazo es mejor alternativa? ¿La paternidad y maternidad es un oficio para el que todos estamos preparados? ¿Pueden ser mejores adoptantes las personas escogidas por los servicios sociales, atendiendo a unos criterios establecidos por el Ethos social? Si ustedes pueden responder con convicción a cualquiera de estas preguntas les felicito, a mi me cuesta un poco. En estos casos me viene a la memoria un chascarrillo que solía decir el abuelo de mi mujer: “Hay personas que en lugar de hijos deberían tener sólo ovejas…y pocas”

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