Mantícora, el cuarto largometraje de Carlos Vermut, fue el proyecto mejor valorado en el comité del ICAA. Cuenta con la participación de TV3 y Movistar +. Esta historia «sobre amor y monstruos en los tiempos modernos» en palabras del propio Carlos Vermut «habla de un monstruo real, de los que viven entre nosotros y que te puedes encontrar en el metro o en la cola de la panadería. Habla de su necesidad de amar y ser amado».
Mantícora se apoya en un guión “impecable e implacable”. <<Producir a un autor como Carlos Vermut siempre es un placer, pero producir esta película ha sido un auténtico lujo>> dice Pedro Hernández Santos de Aqui y Alli Films. Alex Lafuente, productor de Bteam Pictures, añade es «un placer poder colaborar por primera vez con Aqui y Alli Films, una de las productoras de referencia de cine independiente español. El guión de Mantícora y la mirada de Carlos Vermut nos impresionaron desde el primer momento».
La película fue presentada en la pasada edición del Festival de Sitges, allí donde el público está más que acostumbrado a sangre y vísceras, sin embargo la que nos ocupa logró enmudecer a la sala. Ahora llega a los cines para hablarnos del horror de lo cotidiano, ese que puede residir tras la puerta de nuestro vecino de escalera.
Julián (Nacho Sánchez) es un diseñador de videojuegos, que tiene un gran éxito pero que vive atormentado por un oscuro secreto. Cuando Diana (Zoe Stein) aparece en su vida, Julián sentirá cercana la oportunidad de ser feliz.
Mantícora muestra sin pudor la auto-mutilación de un monstruo consciente de su condición. Estamos ante un ejercicio de contención e insinuación que se atreve a introducirse en lo más profundo de una psique pervertida y desolada. Pocos son los autores que hacen gala de esta insólita valentía, contados son los cineastas que se atreven a precipitarse hacia el abismo. El ímpetu suicida de Vermut le obliga a explorar su propio subconsciente a través de un viciado imaginario, plagado de aristas y claroscuros.
Vermut, en esta ocasión en su versión más minimalista y sobria, firma otro afilado estudio sobre la oscuridad de lo humano. Sus rasgos estilísticos, primordialmente influenciados por autores europeos como Ingmar Bergman (Persona) o Michael Haneke (Funny Games), están cada vez más depurados. La confección de la planificación visual es de un nivel exquisito, sustentada sobre el milimétrico posicionamiento de cámara, los silencios, las miradas o él fuera de campo. El mundo interior de los personajes, absorbente y adictivo debido a su perversidad intrínseca, es el motor narrativo principal del film.
Los códigos del fantástico, presentes de un modo u otro en toda la filmografía del director madrileño, están aquí inteligentemente deconstruidos, hasta el punto de erigirse en una suerte de relato monstruoso. Nacho Sánchez da vida a un pedófilo que se prohíbe a sí mismo dar luz verde a sus fantasías recurrentes, reduciendo su propia vida a un continuo aislamiento cargado de remordimientos y ansiedades. Esta cruenta partida de ajedrez de un sólo jugador le pondrá en jaque, convirtiendo su día a día en una persecución obsesiva e incansable de lo que entendemos por “normalidad”.
La única vía de escape es el mundo digital en el que se sumerge (gracias a su trabajo como diseñador de videojuegos) para dar rienda suelta a sus pulsiones más primitivas. Como las figuras vampíricas cuando vagan entre sombras, libres y desatadas, es en la mente del individuo donde se da esa transformación visceral, “cuasi-licántropa”, que es capaz de eliminar cualquier atisbo de humanidad del mismo, abrazando el comportamiento salvaje, animal, desprovisto de raciocinio.
Una vez más, Carlos Vermut demuestra ser uno de los autores más importantes de la industria cinematográfica española contemporánea, sus disruptivas obras y su maestría le preceden y le respaldan. Tras su paso por los festivales de Toronto, Austin, Tokyo o Sitges, Mantícora llega a las salas para plantear un atrevido reto al espectador en forma de incursión en los límites de lo inmoral. <<Esta mirada fija hacia un espejo sucio y sincero es uno de los más estimulantes ejercicios audiovisuales del año.>> (Daniel Barrado)
El director y guionista rueda con premiosidad, casi podríamos decir a cámara lenta o en tiempo real, lo que puede acabar contagiando de cansancio al espectador. Aunque hemos de suponer que así nos comunica la vida sin alicientes tan de nuestros días. <<Y mientras nos habla de afectividad y relaciones humanas, con notables trabajos de Nacho Sánchez y Zoe Stein, también nos invita a reflexionar sobre los dilemas morales que pueden surgir en nuestra actividad profesional, un poco al estilo de La conversación de Francis Ford Coppola, aquello a lo que nos dedicamos importa, nuestras acciones y decisiones tienen consecuencias, y si cerramos los ojos o nos ponemos unas gafas de realidad virtual, puede que luego, en el día a día, una aberración no parezca tal, o acabe llevando a salidas en falso.>> (José María Aresté)
Carlos Vermut conduce de nuevo al espectador a territorios tan turbulentos que, días después de la visión de su cuarto largometraje, sus estímulos siguen golpeando nuestro cerebro.