Pantalla Grande

La peor persona del mundo

Una vida en un instante



Director: Joachim Trier

Guion: Joachim Trier, Eskil Vogt

Fotografía: Kasper Tuxen (Color, 

Música: Ola Flottum 

Montaje: Olivier Bugge Coutté

Productor: Thomas Robsham

Coproductores: Juliette Schrameck, Mattias Nohborg, Mikkel Jersin

Productores ejecutivos: Dyveke Bojrkly Graver, Tom Kjeseth

Intérpretes: Renate Reinsve, Anders Danielsen Lie, Herbert Nordrum, Hans Olav Brenner, Helene Bjorneby, Vidar Sandem, María Grazie Di Meo, Lasse Gretland, Karen Roise Kiellan, Marianne Krogh, Thea Stabell, Deniz Kaya.


Idioma (VOSE): Noruego

Duración: 128'

SESIÓN 25.10.23

En un mundo en el que prima la inmediatez y todo queda pronto obsoleto, en el que hay una obstinada presión por ser feliz, madurar, avanzar y disfrutar de forma intensa, Julie se pregunta cuándo se supone que comienza la vida. Averiguarlo la llevará a tomar una serie de decisiones (como cambiar cinco veces de vocación o profesión y otras tantas de peinado o de pareja) y a nosotros, los espectadores, a disfrutar de una estimulante película noruega, La peor persona del mundo (Verdens verste menneske), de Joaquim Trier, formalmente una nueva demostración de la vitalidad del cine escandinavo y, para los más dados a la reflexión, uno de esos filmes al que se dan una y mil vueltas. Porque… ¿Es realmente Julie (Renate Reinsve) la peor persona del mundo? ¿Han querido hacer sus nominados guionistas al Óscar, el propio Trier, y Eskil Vogt, un retrato de una mujer empoderada o de una mema caprichosa? Las respuestas, seguramente, serán tan distintas como diferentes las personas que las emitan, pero sobre lo que no hay duda es de que se trata de un personaje “bombón”, uno de esos con los que cualquier actriz sueña con mimetizarse, una persona que, de tan normal, es extraordinaria: una especie de Amélie sin almíbar, pero con un encanto absolutamente irresistible. 

Porque sus dudas, esa forma de ir dando “tumbos” por la vida dejando todo a medias, queriendo implicarse pero sin hacerlo por completo, es el relato de cualquiera de nosotros y el mejor ejemplo del caos y de esa especie de senda hacia ninguna parte plagada de decisiones equivocadas (o que sólo lo parecen con los años) que es la vida. «A veces sólo quiero sentir algo. El caso es que te quiero, pero no te quiero», le dice a su novio cuando comprende que se ha enamorado del hombre al que conoció en una fiesta en la que se coló sin estar invitada. 

Y, precisamente, esa bonita escena en la que ambos se dan cuenta de que algo ha surgido entre ellos aunque están decididos a no engañar a sus respectivas parejas y a no volver a verse, hará aflorar, sin que Julie sea consciente, uno de sus conflictos internos: «Siento que soy una espectadora de mi propia vida», señala. 

Espectadora y también narradora, porque esa voz en off que nos desvela los pensamientos más íntimos de Julie a lo largo de todo el filme (como también ocurría en Amélie, de Jean-Pierre Jeunet, por cierto) no parece sino una representación externa de sí misma, de aquello que cree que no es capaz de verbalizar porque, como ella misma confiesa a su novio Aksel (Anders Danielsen), más mayor y mucho más seguro de sí mismo, no tiene tanta facilidad para las palabras como él. «Voy de una cosa a otra. Nunca veo a través de las cosas», señala.

Quizá también porque lo suyo tiene más de intuición, de encender una luz y que literalmente el mundo se paralice (una de las escenas más hermosas del filme, por cierto) para entender que quiere estar con Eivind (Herbert Nordrum), ese camarero sin expectativas que le hace sentir otra vez esas «magias inútiles» del amor de las que hablaba Jorge Luis Borges. 

Duda, se equivoca y es egoísta en la búsqueda de su propia satisfacción, algo que no siempre se valora y se encaja bien en un personaje femenino. Y, precisamente, la gran complejidad de su protagonista es lo que aleja a La peor persona del mundo de la comedia romántica a la que aspira a ser en la primera mitad del metraje. Después ese carrusel de emociones que se disfruta desde la butaca, el filme se irá transformando en muchos otros géneros (documental, cine experimental, o incluso videoarte denuncia) que se integran de forma natural en un discurso narrativo estructurado en doce capítulos, un preámbulo y un epílogo a la usanza de las historias con moraleja. Aunque, en este caso, la enseñanza no tenga nada de moral (ni de puritana moralina) y sea todo un canto a la libertad de vivir la vida (que pasa volando) como cada uno quiera en asuntos como las relaciones de pareja o la maternidad.

Joaquim Trier escribió el personaje de Julie especialmente pensando en Renate Reinsve, actriz con la que ya había coincidido en Oslo, 31 de agosto en el año 2011 cuando ella era una estudiante de interpretación. «Tenía una sola frase y me pareció buenísima. Pero pasaron los años y, aparte de papeles en teatro, no tenía roles protagonistas», explica el cineasta. La espera, mereció la pena, a buen seguro. «Con Renate a bordo, estábamos seguros de que podíamos escribir un personaje tan caótico como fuerte. Además, estaban hechas la una para la otra, porque Renate tiene una vis cómica muy juguetona, pero a la vez es una estupenda actriz dramática», incide Trier. Para la actriz, a través del personaje de Julie la película habla sobre «cómo vivir y tomar decisiones», pero también de la pérdida, «no sólo de alguien, sino también de la imagen que tienes de ti mismo. De lo que pensabas y lo que deberías ser». La vida de Julie es confusa, un caos, pero, desde luego, un viaje existencial apasionante.

Ligera en apariencia, profunda en su alcance, La peor persona del mundo estética, e incluso sonoramente (tiene una banda sonora excepcional) así como en su cuidado vestuario (es una delicia contemplar prendas que cuentan su propia historia dentro del filme como esas camisetas de algodón usadas y antiguas que lleva la protagonista en algunas escenas), sorprende por aferrarse a cada plano de forma distinta. «Haga lo que haga, siempre acaban saliéndome dramas personales», insiste el realizador. «El género es una muleta que sirve de apoyo al principio y que me permite jugar con las expectativas del público. Para mí, La peor persona del mundo es una rom-com antirromática», aduce. 

Con el nervio de la emoción, la ataraxia del drama, la perplejidad de lo surrealista, casi en cada capítulo es una película distinta, un reflejo distinto de Julie en el espejo de su propia existencia en el que parece seguir preguntándose cuándo se supone que comienza la vida… Tal vez ella aún no lo sepa, pero nosotros gracias a ella entendemos que se inicia cuando nos lo propongamos: hoy. Porque en la vida las cosas no salen tal como se planea y hay que aprender a no entrar en pánico, a aceptar que no se tiene el control, a aprender a amarse a uno mismo y dejarse llevar.

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