Pantalla Grande

Misericordia

Thriller y suspense en una comedia negra



Productor: Charles Gillibert

Director: Alain Guiraudie

Guion: Alain Guiraudie

Fotografía: Claire Mathon

Música: Marc Verdaguer

Diseño de producción: Emmanuelle Duplay

Dirección artística: Laurent Lunetta

Montaje: Jean-Christophe Hym

Sonido: Vasco Pedroso, Jordi Ribas, Jeanne Delplancq, Branko Neskov

Productores ejecutivos: Nathy Fonseca, Alexis Hengl, Sandra Figueiredo, Nina Poretzky

Intérpretes: Félix Kysyl, Catherine Frot, Jean-Baptiste Durand, Jacques Develay, David Ayala, Sege Richard, Tatiana Spivakova, Salomé Lopes


Idioma (VOSE): Francés

Duración: 102'

SESIÓN 18.03.26

El regreso de Jérémie (Félix Kysyl) a su pueblo a fin de asistir al funeral del panadero para el que solía trabajar remueve asuntos del pasado. El joven se instala en la casa de la viuda Martine (Catherine Frot, una de las grandes del cine francés), lo que despierta las suspicacias del hijo del fallecido. La desaparición de uno de los personajes crea una atmósfera de sospecha en el lugar. 

Tras Un héroe anónimo, Alain Guiraudie regresa a la Occitania interior de El desconocido del lago o El rey de la evasión para armar un thriller rural empapado de los tintes negros del cine de provincias de Claude Chabrol y con la carga irónica de Pero… ¿quién mató a Harry? de Alfred Hitchcock. Entre paseos campestres, los protagonistas demuestran que en el cine de Guiraudie la pulsión misericordiosa no viene marcada por la moral sino por el deseo. Presentada en la sección Première del Festival de Cannes, la película cuenta con la complicidad de Albert Serra y Montse Triola (Andergraun Films) en la producción.

«El título se me ocurrió mientras escribía el guion. Para mí, la misericordia trasciende el perdón. Tiene que ver con la empatía, con entender a los demás más allá de cualquier moralidad. Se trata de tender la mano a los demás. Es una palabra anticuada que ya no usamos mucho y que encaja bien con la película por su atemporalidad y, sobre todo, con el sacerdote, que resulta ser uno de los ejes principales de la película. Esta idea de ‘misericordia’, de ‘entender a los demás a pesar de todo, permea toda la historia. A lo largo de la primera parte, no entendemos las relaciones entre los personajes ni siquiera las intenciones de su protagonista. Todo queda sin decirse… Aquí, incluso más que en mis otras películas, me he esforzado en cultivar el misterio. He intentado que los espectadores se hagan preguntas y participen en la historia. Es la mejor manera de evitar el aburrimiento y transmitir deseo. Lo cual, para mí, es el gran misterio de la vida. Te das cuenta bastante rápido de que el héroe se queda aquí porque desea a alguien. Incluso si todo es cambiante. Él mismo es objeto de deseo. Y también me interesa mucho la confusión que este personaje y sus intenciones poco claras pueden provocar. Me gusta el hecho de que no sepamos quién es el villano ni de qué lado estamos…«, expone Alain Guiraudie sobre su película.

Misericordia comienza, mientras pasan los títulos de crédito iniciales, por una ruta rural. Vemos todo desde el parabrisas del coche que conduce Jérémie y no habrá sido casualidad que el director haya elegido que el protagonista vaya por ese camino tan sinuoso.

Jérémie ha salido de Toulouse para regresar, después de una década, a su pueblo natal. El motivo del viaje, como he adelantado más arriba, es que el panadero ha fallecido. Martine, la viuda lo recibe con los brazos abiertos. Tanto es así, que lo invita a pasar la noche en la casa.

Después del funeral, Martine le mostrará el álbum de fotos de su marido, donde se le ve en traje de baño, saliendo del mar. Jérémie pregunta a la viuda si tiene un negativo, para hacer una copia.

Si les parece raro, extraño, o sospechoso lo solicitado, a Vincent (Jean-Baptiste Durand), el hijo de Martine, mucho más, nota de inmediato cierto resquemor. A Vincent, que está casado y tiene un hijo, como tantos, obsesionados con su móvil, no le cae bien que Jérémie se quede en la que era su propia habitación de la infancia, que está igual como la dejó cuando se casó.

Evidentemente algo pasó, y no estamos al tanto.

La aparición en escena del sacerdote del pueblo, Philippe (Jacques Develay), que es amigo de la familia pero que le lanza una mirada y varios guiños a Jérémie no precisamente muy santos, añade m´s complicaciones e intriga a la trama.

Decíamos que Misericordia es un film noir, así que alguien tiene que morir. Y no precisamente por causas naturales. El espectador es testigo del asesinato, y también de cómo el homicida va cambiando su relato para acomodarse a una salida que lo exima de la culpa, o al menos que nadie en el pueblo se entere de la verdad.

«Lo que logra Alain Guiraudie es curioso y extraño. Sabemos la identidad del asesino, y nos preocupa su seguridad, no queremos que lo descubran. Las cosas se pondrán más y más densas, hasta llegar a un desenlace -y unos 10 o 15 minutos finales- por lo menos para quien esto escribe, inesperado.» (Pablo O. Scholz)

Si misericordia significa «virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos», en la película habrá varios momentos como para que uno o dos personajes tengan ese sentimiento.

La fina línea que separaría la moral del deseo se balancea en Misericordia contoneándose, ondulando en un filme neo noir, donde un homicidio plantea la dicotomía, la dualidad entre el bien y el mal.