Pantalla Grande

Memorias de un cuerpo que arde

Todo es real en estas memorias



Productora, directora y guion: Antonella Sudasassi Furniss

Fotografía: Andrés Campos 

Música: Juano Damiani, Valeria Castro 

Diseño de producción: Amparo Baeza

Dirección artística: Amparo Baeza

Montaje: Bernat Aragonés

Productores ejecutivos: Manrique Cortés Castro, Estephania Bonnett

Intérpretes: Sol Carrillo, Paulina Bernini, Juliana Filloy, Liliana Biamonte, Juan Luis Araya, Gabriel Araya, Leonardo Perucci, Cecilia Garcia


Idioma (VOSE): Español

Duración: 90'

SESIÓN 15.04.26

La sociedad va evolucionando y cada vez más rapidamente. Y, por supuesto, también y felizmente el mundo de la mujer. Se han dado pasos muy importantes aunque aún falta mucho por hacer. Este cambio real  queda igualmente reflejado por los medios de comunicación, el arte y, claró está, el cine, realizado ya en numerosas ocasiones por las propias mujeres. 

Como ejemplo puede servir la película de Antonella Sudasassi Memorias de un cuerpo que arde, cuyo tema y expresión serían inimaginables hace unas décadas. 

Esta cineasta costarricense, nacida en 1986, es Licenciada en Comunicación por la Universidad de Costa Rica y durante su desarrollo profesional siempre ha mostrado inclinación por las artes visuales. Ya en 2015 comenzó con el proyecto El despertar de las hormigas, con el que buscaba explorar el mundo de la sexualidad en las diferentes etapas vitales de la mujer. En 2016 estrenó el corto que iniciaría el proyecto, La niñez (Mejor Cortometraje Centroamericano en el Festival Ícaro, 2018), y ya en 2019 participó en la Sección Forum del Festival Internacional de Cine de Berlín con su ópera prima en el largometraje: El despertar de las hormigas.

Al crecer en una época represiva en la que la sexualidad era un tema tabú, Ana, de 68 años, Patricia, de 69, y Mayela, de 71, desarrollaron su concepción de lo que significa ser mujer. Ahora se atreven a hablar de ello abiertamente. Los recuerdos, secretos y anhelos de las tres se entrelazan de forma poética: mientras las mujeres cuentan sus historias fuera de la pantalla, la cineasta recrea el cuerpo de otra mujer de su generación que encarna las vidas de aquellas.

Antonella Sudasassi Furniss realiza una película donde testimonios reales, ficción y reconstrucción configuran el argumento que une sus historias. De manera muy fluida, se van entrelazando sus experiencias y testimonios desde pequeñas, sobre sus vidas afectivas y como fueron sus sexualidades, reprimidas y sesgadas por normas socioculturales.

La narradora principal (Sol Carballo) de modo natural y relajado, desgrana como fueron su infancia, adolescencia, adultez y tercera edad, contándolo con desparpajo y humor. Otras actrices secundarias, interpretan a las niñas y mujeres en las distintas etapas de sus vidas, haciendo el correlato transversal de sus cambios evolutivos.

También en Memorias de un cuerpo que arde, se habla abiertamente de los cambios físicos y hormonales en la menopausia, así como la influencia en su vida afectiva y sexual es diferente para cada mujer, según haya sido su vida hasta entonces.

Aunque en algunos tramos puede resultar algo lenta o difusa, sin embargo las sensaciones que deja al ver el largometraje, mezclando documental, ficción y reconstrucción de una manera original, de manera valiente, son unos testimonios impresionantes: «Estoy viva y mientras esté viva, no voy a ser una vieja«, dice una de ellas. Memorias de un cuerpo que arde es interesante para reflexionar, tanto hombres como mujeres, además de empatizar la mayoría de las mujeres, sintiéndose muchas espectadoras muy reflejadas. 

Lo que puede dar lugar a confusión -ya que el film está armado de un modo más temático que específico o cronológico- tiene que ver con que la realizadora ficcionaliza las tres historias como una sola, eligiendo varias actrices, en las distintas etapas de su vida, en representación de las tres mujeres que dan su testimonio. Se trata de un film de impronta feminista clásica, que no se aleja de asuntos conocidos ligados a la opresión a la mujer en las sociedades más conservadoras y patriarcales de América Latina, así como de otros muchos países.

Distintos comentarios sobre la película: 

«Una película como Memorias de un cuerpo que arde se suma a esta mirada crítica y personal de muchas cineastas que están filmando historias que tienen que ver con el pasado de las mujeres, un pasado lleno de oscuridad, de violencia y de silencio, en que este cine ayuda a mostrar tantas realidades ocultas, invisibilizadas y olvidadas a través de un cine que muestra, que reflexiona y sobre todo, da luz a tanta oscuridad. La película de la cineasta caribeña se hermana de forma directa y personal con la reciente Las novias del sur, de Elena López Riera, porque las dos cintas rescatan una memoria que existía pero estaba silenciada, la de tantas mujeres que hicieron una vida a través de las sombras, llena de tabúes, hipocresía y maldad, donde el sexo, la menstruación, la maternidad, el amor y demás eran temas totalmente desconocidos…» (José A. Pérez Guevara). 

«Una mirada al empoderamiento de las mujeres cuando envejecen y son capaces de tomar, por fin, las riendas de su destino, superando tabúes de sexualidad, mala educación represiva y opresión machista. Ésta es la propuesta de la guionista y directora costarricense Antonella Sudasassi, que da voz a tres mujeres, Ana, Patricia y Mayela, con recreaciones de actores encabezados por Sol Carballo, que expresan sus cuitas más íntimas…

En lo relativo al fondo, resulta todo tremendamente tristón, aunque se nos asegure que tras una larga trayectoria en que reina la confusión sexual, nadie explica nada y si lo hace, lo hace mal, y en que pueden producirse violaciones, también en el matrimonio, después de todo eso, se alcanza una libertad y una paz donde no importa el género o el sexo. Se habla sin pudor de masturbación, de la primera regla, de tampones, de deseos ocultos… En fin, falta una sana antropología, no hay ilusión en la formación de una familia, un proyecto de vida, y lo que se muestra es una suerte de equilibrio, un orden, tal vez precario, al final, que sería resultado de la experiencia, y que permite una visión reposada de la propia existencia.« (José María Aresté).

«Lo más gratificante de la película de Furniss es oír a estas mujeres hablar de la libertad -sexual o de otro tipo- que han encontrado en la madurez. Todas parecen seguras de sí mismas, desafiantes y sabias.» (Robert Daniels). 

«Inteligentes, resistentes e increíblemente sinceras, las voces que protagonizan esta película nos demuestran que nunca es demasiado tarde para reinventarnos y retomar por fin las riendas de nuestro destino.» (Giorgia Del Don).