Pantalla Grande

The beast (la bestia)

EVERGREEN LIKE MY LOVE FOR YOU



Director: Bertrand Bonello

Guion: Bertrand Bonello, Guillaume Bréaud, Benjamin Charbit; relato de Henry James

Fotografía: Josée Deshaies (Color)

Música: Bertrand Bonello, Anna Bonello

Montaje: Anita Roth

Diseño de Producción: Katia Wyszkop

Vestuario: Pauline Jacquard

Productores: Bertrand Bonello, Justin Taurand

Intérpretes: Léa Seydoux, George MacKay, Guslagie Malanda, Dasha Nekrasova, Martin Scali, Elina Löwensohn, Marta Hoskins, Julia Faure, Kester Lovelace


Idioma (VOSE): Francés, Inglés

Duración: 146'

SESIÓN 05.03.25

En 1907 el escritor anglo-estadounidense, Henry James publicó un relato breve titulado La bestia en la jungla, la fascinante historia de un hombre sin emociones ni capacidad de amar “a quien nada, precisamente nada, le ocurre” como le retrató Jorge Luis Borges. La adaptación al cine de un relato de apenas treinta páginas, antecedente de la novela psicológica, era un desafío para cualquier director y guionista…hasta el 2023. Ese mismo año fueron llevadas a la pantalla dos adaptaciones libres de esa obra, y las dos francesas: La bestia en la jungla (Patric Chiha) y La bestia (Bertrand Bonello). De esta última nos ocuparemos nosotros.

En el año 2044, la inteligencia artificial (en adelante IA), ha salvado a la humanidad de la autodestrucción, pero, a cambio, se ha hecho con todo el control de la tierra, asumiendo las labores complejas, los algoritmos cibernéticos y dejando al ser humano trabajos no especialmente cualificados. Para una persona, la única forma de prosperidad en el trabajo o en la política es sometiéndose a una “depuración” de su ADN, para eliminar los sentimientos amorosos y cualquier otra forma de emotividad que ponga en riesgo el buen juicio a la hora de tomar decisiones. 

Tenemos que hacer una aclaración místico-científica un poco chocante. El budismo estaba en lo cierto; la IA, y por lo tanto el conocimiento científico de 2044, ha demostrado que todos tenemos vidas anteriores o reencarnaciones, siendo posible detectarlas en un análisis de ADN. Si bien no existen las religiones, se aceptan algunas enseñanzas del budismo como científicas, al concluir que las emociones no pueden someter nuestra conducta. Para evitar esto, existen formas de manipular nuestro ADN, consiguiendo que retrocedamos a nuestras anteriores vidas.

Gabrielle (Léa Seydoux) no está contenta con su trabajo y la imposibilidad de aspirar a una mejor, mientras no se someta a una operación de depuración de ADN que le permita retornar a sus vidas anteriores en 1910 y 2014, y suprimir de ellas la capacidad de amar. Tiene un buen amigo, Louis (George MacKay) al que le ocurre el mismo problema, pero que no está tan decidido a tomar esta decisión. Gabrielle le pide que confíe en ella y que volverán a reencontrarse cuando sea una perfecta y mejorada persona. Viajará en su mente y conocerá como vivieron y como murieron las anteriores “Gabrielles”. En sus viajes interiores temporales conocerá a hombres con la misma apariencia de Louis, aunque distinto carácter.

No, no me equivocado de película. Ya sé que Henry James escribió su relato hace más de un siglo. Estamos ante una película de ciencia ficción que se inspira libérrimamente en un relato escrito en la Inglaterra Victoriana. Ésta es la novedad más reseñable, junto con el intento de hacer una película filosóficamente alternativa y estéticamente moderna, pero entendido este calificativo como la nueva búsqueda de la modernidad a partir una historia donde los jóvenes son los únicos protagonistas de la misma. No se si su director, Bertrand Bonello, lo decidió así como manifestación de la belleza en su mejor edad, o como banderín de enganche para atraer a los jóvenes a las salas de cine. En este último supuesto, una película de bastante más de dos horas no es el mejor enganche para que se llene de veinteañeros, salvo que hubiese incluido un zombi o un guerrero ninja. Perdón por el sarcasmo.

La bestia, a pesar de su excesivo metraje es una película meritoria que, a partir de la excusa del relato inglés, no rehúye acercarse a temas como la ausencia de implicación emocional, el hedonismo o la belleza física como única manifestación de la felicidad, convirtiendo esa fábrica de muñecas de porcelana en la proyección perfecta a la actualidad del modelo de belleza, donde no haya lugar para la sonrisa, ni tampoco para la tristeza. Un rostro sin emociones ni vida. Mientras reflexionamos con esto, la Gabrielle de 2014 escucha en las emisoras de radio y en los karaokes televisivos como machacan nuestros oídos con la bella canción de Roy Orbison, que nos habla del amor eterno e inmarchitable, Evergreen. 

No es la primera película que trata sobre la IA, entendida como creadora y sustituta de cualquier labor humana. Probablemente sea la primera que no la retrata como algo malvado y contrario al ser humano, sino como un mundo maternal que nos condiciona, nos protege y evita que cometamos errores, pero también aciertos. A lo largo de los ciento cuarenta y seis minutos, conoceremos historias de amor, sacrificio y algo de terror. La bestia es una matroska de Gabrielles interiores.

Un último aviso a tener en cuenta. Nunca he llevado muy bien el que la gente encienda su teléfono móvil en el cine. Estoy seguro que a ustedes les pasará lo mismo. No obstante, el día de la proyección de La bestia deberán hacer una excepción. Dado que en la película la IA ha dominado el mundo privándole de emociones, ha privado también a los espectadores del poder leer los títulos de crédito y disfrutar de su bella música, así como de algún poscrédito de propina. La malvada inteligencia artificial ha colgado al final de la peli un código QR ¿Qué puede haber más impersonal y falto de humanidad que un código así? Por ello, les autorizamos para que enfoquen sus malditos smartphones en dirección a la pantalla y puedan descargarse los minutos finales.  

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