«Me gustaría que este proyecto sirviera de espejo para otras mujeres que han decidido no ser madres y que se sienten solas e incomprendidas. Mi deseo es que esta película no sea para reivindicar una opción de mujer frente a otra, sino para tejer redes de comprensión entre todos los modelos posibles». Liliana Torres, directora y guionista de Mamífera, deja muy claro con estas palabras cuál ha sido el objetivo de la que es su tercera película, la primera con actores profesionales. Mamífera completa su trilogía de autoficción que comenzó en 2013 con Family tour, en torno al vínculo de la familia, y prosiguió ocho años más tarde con ¿Qué hicimos mal?, sobre las relaciones de pareja.
En Mamífera sigue autoexplorándose a sí misma en torno al tema de la maternidad o, mejor dicho, sobre la decisión de no ser madre. Desde la iconografía de virgen con niño a las muñecas con las que, ya a muy tierna edad, se enseña a las niñas a ejercer el rol, la propia humanidad ha construido a la largo de milenios un sofisticado modelo social en el que, con más sutileza o firmeza, se insta a la mujer a ser madre. La supervivencia de la especie va en ello. No tener instinto maternal era (es todavía hoy) considerado como una aberración por una parte considerable de la sociedad. Para muchos regímenes políticos (no demasiado laicos ni democráticos) una mujer sin hijos por voluntad propia es una fémina incompleta. Aunque no hay que irse muy lejos para comprobar la fuerte presión social que pesa sobre la mujer en este sentido desde su ámbito más cercano e íntimo. «¿Y para cuándo el bebé?». «Mira que se te va a pasar el arroz…». «¿Quién te va a cuidar cuando seas mayor?».
Bajo esta premisa, Liliana Torres narra la historia de Lola, una profesora de arte magníficamente interpretada por María Rodríguez Soto, que vive una vida plena y feliz con su pareja, Bruno (Enriq Auquer), en un pequeño apartamento del barrio barcelonés de Montbau. Por deseo de ambos, no han tenido hijos hasta que, ya cumplidos los 40, Lola se da cuenta de que un inoportuno dolor de estómago esconde algo totalmente inesperado y no deseado: se ha quedado embarazada. Coherente con su estilo de vida y apoyada por Bruno, decide abortar, pero la ley le obliga a tomarse un plazo de tres días para reconsiderar su decisión (este precepto legal de la Ley del Aborto fue derogado en el año 2022). Serán para Lola tres días en los que será obligada a permanecer en «el rincón de pensar» con las emociones a flor de piel y en el que su mundo y la relación con su pareja se verá sujeta a constantes interferencias. Todos tienen una opinión y la de la propia Lola es la que menos cuenta al parecer. «La ausencia de referentes positivos de mujeres que no quieren ser madres convierte esta decisión en un camino solitario y muchas veces muy marginalizado», indica la realizadora. No es de extrañar, agrega, «que las brujas de Disney siempre sean mujeres sin hijos, por ejemplo».
El filme habla de hasta qué punto condiciona y presiona el contexto social y cómo sometido a su juicio, lo que hasta entonces está claro para una pareja empieza a tambalearse. La maternidad, sostiene la cineasta, «se ha sacralizado y se ha llevado a un lugar tan extremo que creo que en cierta manera es para contribuir a que las mujeres no tengan tan fácil abandonar la esfera doméstica», añade.
Aunque en este sentido, Mamífera no busca aleccionar. Sólo busca que las mujeres (porque a los hombres no se les machaca constantemente con el tema de tener hijos) puedan elegir su estilo de vida sin que sea cuestionado. El filme plantea a través del grupo de amigas de Lola otras realidades, incluida la de aquellas mujeres que eligen someterse a una inseminación para ser madres en solitario «porque no quiero perdérmelo», las mujeres desbordadas, superadas por la responsabilidad de ser madres; o las que, por problemas médicos, no pueden engendrar un hijo. En este sentido, el filme plantea todos los puntos de vista. Es fácil identificarse con alguno de ellos, el que más se adapte a cada sensibilidad.
Película sencilla en la que destaca una gran naturalidad en la puesta en escena y un innegable gusto visual, Mamífera tiene el gran acierto de plantear todas estas diatribas sociales e incluso morales desde el ámbito íntimo de la cotidianeidad a través de personajes muy bien dibujados. Uno de los elementos más destacados de la película es introducir cierto tono cómico que ayuda a quitar hierro a cuestiones que se ven inmersas en un buen número de tabúes sociales. Aunque dentro de esta obra en la que es patente el gran posicionamiento autoral de su directora y guionista, lo que más impacta y lo que aporta un plus artístico al filme son las artísticas ensoñaciones de pesadilla que Lola tiene a lo largo de los tres días en los que es obligada a replantearse el aborto, escenas realizadas a modo de collage con ilustraciones de la artista María José Garcés Larrain.
Liliana Torres pertenece a esa nueva generación de jóvenes realizadoras que como Pilar Palomero (Las niñas, La maternal), Carla Simón (Verano 1993, Alcarràs) o Jaione Camborda (O corno) han introducido en el cine español historias de género desde una nueva perspectiva y sensibilidad. Ojalá sigan sorprendiendo con historias como Mamífera.