Ciclo Jacques Demy

Piel de asno

FELICES EN UN CUENTO DE HADAS



Director: Jacques Demy 

Guión: Jacques Demy. Sobre el Cuento de Charles Perrault

Fotografía: Ghislain Cloquet

Música: Michel Legrand

Montaje: Anne-Marie Cotret

Decorados: Jim Leon y Jacques Dugied

Vestuario: Agostino Pace y Gitt Magrini

Coreografía: Nicole Dehayes

Productora: Mag Bodard

Intérpretes: Catherine Deneuve, Jean Marais, Jacques Perrin, Delphine Seyrig, Micheline Presle, Fernand Ledoux, Henri Crémieux, Sacha Pitoeff, Pierre Repp, Georges Adet, Annick Berger, Romain Bouteille, Louise Chevalier, Annie Maurel, Sylvain Corthay, Michel Delahaye, Gabriel Jabbour, Patrick Préjean, Dorothée Blanck

Voces (canciones): Anne Germain, Jacques Revaux, Christiane Legrand

Narrador: Jean Servais


Idioma (VOSE): Francés

Duración: 90'

SESIÓN 18.02.25

Érase una vez… Un Rey (Jean Marais) y una Reina (Catherine Deneuve) viven felices. Tienen una hija (Catherine Deneuve) llena de talento, gracia y encanto. La prosperidad del Reino Azul se ve incrementada por un asno mágico que defeca monedas de oro y piedras preciosas. Pero la desgracia alcanza también a los reyes, y la Reina enferma gravemente. Antes de morir, hace jurar al Rey que sólo se volverá a casar si encuentra a una mujer que la supere en belleza. El Rey se sume en el duelo, pero el primer ministro (Sacha Pitoeff) le insiste en que tiene que volver a casarse, por el bien del Reino. Tampoco tiene que insistir mucho, pero el Rey debe cumplir su juramento y ninguna de las candidatas se acerca a la Reina muerta, salvo su propia hija, igual de bella y en versión joven… Un “sabio” consejero le recuerda que todas las niñas dicen que quieren casarse con su papá. Así que el Rey decide casarse con la Princesa. Ella casi parece resignada al deseo del padre, pero el Hada de las Lilas (Delphine Seyrig) la disuade: va contra la “cultura” y la “legislación” (sic) que las hijas se casen con sus padres. Siguiendo el plan de Hada, la Princesa pone, sucesivamente, tres condiciones imposibles para zafarse: pide un vestido del color del tiempo (del buen tiempo, claro), luego uno del color de la Luna y luego otro del color del Sol. Los artesanos reales consiguen crear los tres. El Hada y la Princesa suben la apuesta y le piden la piel del “asno banquero”, su posesión más preciada. El deseo se impone a la economía, el Rey mata al pobre asno y entrega su piel a la Princesa. La Princesa escapa, disfrazada con la piel de asno, con una varita de repuesto del Hada y con un baúl mágico que contiene sus vestidos, y se refugia en una cabaña en el bosque… Bueno, supongo que conocen el cuento, luego hay un Príncipe (Jacques Perrin), un pastel de amor y un anillo…

«Hace mucho tiempo, cuando era niño, me encantaba Piel de Asno. He intentado realizar la película con esa visión, con la mirada de un niño de siete u ocho años», explicó Demy. El guión de la película sigue en esencia, e incluso literalmente en algunas frases, el cuento de Perrault. Pero Demy introduce anacronismos, bromas y elementos meta-narrativos y auto-conscientes que le dan otra vuelta. En el cuento, la Princesa rechaza espantada la proposición de matrimonio de su padre. En cambio, en la película parece resignada o incluso dispuesta a aceptar, y es el Hada de las Lilas quien la convence para evitar el casamiento y finalmente huir. El papel del Hada no es el convencional: es lista, hermosa, coqueta y poco fiable (tiene su propio plan). Lamenta “envejecer”, pero subraya que las hadas siempre tienen razón, mientras el Príncipe advierte de que las hadas son una fuerza invisible que puede empujarnos hacia el hacia el mal. Moraleja: no confíes en un hada. El Rey lee a su hija “poemas del futuro” de Jean Cocteau (ídolo de Demy) y Guillaume Apollinaire. El Hada habla de “pilas” y pilota un helicóptero (un Aérospatiale Alouette II). Cuando busca esposa y todas las candidatas le parecen feas, el Rey Azul pregunta dónde están las “princesas de cuento”. Y el Príncipe Rojo señala que su padre debería ocuparse de mejorar las condiciones de vida de los habitantes del reino. La fantasía, el surrealismo y el pop se combinan en los decorados y el vestuario. También hay guiños para divertir al público infantil, como el loro que repite las canciones de los enamorados, o el pollito que sale del huevo en la recordada escena del pastel. En suma, la película era una apuesta arriesgada; podía haber resultado demasiado adulta para los niños y demasiado infantil para los mayores, pero en cambio enganchó y sigue enganchando a todas las edades.

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