Ciclo Jacques Demy

Jacquot de Nantes

EVOCACIÓN DE UNA VOCACIÓN



Directora: Agnès Varda 

Guión: Agnès Varda. Sobre los recuerdos de Jacques Demy

Fotografía: Patrick Blossier, Agnès Godard y Georges Strouvé

Música: Joanna Bruzdowicz

Montaje: Marie-Josée Audiard

Diseño de Producción: Olivier Radot

Decorados: Vincent Buron y Robert Nardone

Vestuario: Françoise Disle

Marionetas: Monique Créteur

Productora: Agnès Varda

Productores Asociados: Kazuo Munakata, Yoshiko Shibata y Yoriko Shinozaki

Intérpretes: Philippe Maron, Edouard Joubeaud, Laurent Monnier, Brigitte De Villepoix, Daniel Dublet, Clément Delaroche, Rody Averty, Hélène Pors, Marie-Sidonie Benoist, Jérémie Bernard, Cédric Michaud, Julien Mitard, Jérémie Bader, Guillaume Navaud, Fanny Lebreton, Edwige Delaunay, Jacques Bourget, Jean-François Lapipe, Chantal Bezias, Christine Renaudin, Véronique Rodriguez, Henri Janin, Marie-Anne Héry, Jacques Demy


Idioma (VOSE): Francés

Duración: 118'

SESIÓN 11.03.25

En Jacquot de Nantes (1991), Agnès Varda recreó, con ternura e imaginación, la infancia, juventud y vocación de Jacques Demy. Es una película excepcional por su directora, por su tema y por su forma cinematográfica, que no es totalmente ficción ni documental. En sus últimos meses, ya enfermo, Demy pensó mucho en su infancia y escribió sus recuerdos. Agnès Varda decidió rodar la película que él ya no podría hacer. Se filmó entre abril de 1990 y enero de 1991, entre otros lugares en la verdadera casa y garaje de los Demy, donde había vivido (9, Allée des Tanneurs, Nantes), y en su piso de la Rue Daguerre de París. Se presentó fuera de concurso en el Festival de Cannes el 15 de mayo de 1991, cuando Demy ya había fallecido.

La narración principal es una película de ficción, en blanco y negro, que recrea con actores los recuerdos de Jacques Demy en Nantes, desde los ocho a los dieciocho años (interpretado sucesivamente por Philippe Maron, Edouard Joubeaud y Laurent Monnier). Empezamos en 1939, con un Jacques, alias Jacquot, de ocho años. Su padre, Raymond (Daniel Dublet) tiene un taller de automóviles, el Garaje Demy. Su madre, Marilou (Brigitte De Villepoix), trabaja como peluquera a tiempo parcial. Es una casa alegre, en la que se canta, y el film retrata una infancia en general feliz. Jacquot tiene una vecina de su edad y amiga del alma, Reine (Hélène Pors y Marie-Sidonie Benoist). Otra vecina mayor canta en el coro de la ópera. Desde pequeño, a Jacquot le apasionan el teatro de títeres, que reproduce caseramente para sus amigos, la ópera, la música y el cine. Llegan la guerra, la ocupación y el suceso más trágico que presenció: los bombardeos aliados de Nantes, en septiembre de 1943. Durante la guerra, Jacquot y su hermano pasan temporadas evacuados en el campo, en la casa de un fabricante de zuecos y su mujer. Su padre es movilizado, no para combatir sino para fabricar municiones. Llegan refugiados y salen exiliados. Después de la guerra, Jacquot sigue con su pasión por el cine, consigue un proyector y una cámara de 9,5 mm y empieza a hacer sus pinitos. Pero su padre le obliga a estudiar mecánica. Hasta que un cineasta de paso ve uno de sus trabajos y le anima a estudiar en la ETPC (École Technique de Photographie et Cinématographie) de París. El resto es historia.

En esta recreación idealizada, Varda utiliza un recurso visual brillante: la película es en blanco y negro, pero todo lo relacionado con el arte o el espectáculo (los guiñoles, una cantante en el restaurante La Cigale, la opereta, el cine) aparece en color, transponiendo así el punto de vista “encantado” de Jacquot sobre la realidad gris. Además, Varda y su equipo consiguieron recuperar o recrear algunos de los cortos juveniles de animación de Demy (Le Pont de Mauves, Attaque nocturne y La ballerine), explicando su realización. Otra “capa”: Varda va estableciendo un paralelismo entre las escenas de la vida recordada de Demy y las correspondientes secuencias de sus películas, incluyendo clips de éstas. La imagen de un dedo señalando a la derecha o la izquierda (sacada del cartel del garaje) marca la ida y vuelta de la “realidad” al cine. Sólo un ejemplo: vemos un diálogo de Raymond con un cliente en el taller y de ahí pasamos a una escena similar de Los paraguas de Cherburgo. Así sucesivamente. Y la tercera “capa”: Varda filma al propio Demy en los últimos días de su vida, consciente de que lo eran, en la playa de la isla de Noirmoutier (con el simbolismo de la arena que cae entre los dedos), escribiendo o pintando en casa, incluyendo primerísimos planos, llenos de amor, de su piel, su pelo, sus manchas. También oímos su voz en off. Una bella evocación y una hermosa despedida.

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