Pantalla Grande

Las jaurías

CÓMO SOBREVIVIR EN UN MUNDO DURO



Director: Kamal Lazraq

Guion: Kamal Lazraq

Fotografía: Amine Berrada

Música: Pauline Rambeau de Baralon

Montaje: Héloïse Pelloquet y Stéphane Myczkowski

Sonido: Thomas Van Pottelberge, Thibaud Rie, Hugo Fernandez, Philippe Charbonnel

Productor: Saïd Hamich Benlarbi

Intérpretes: Ayoub Elaid, Abdellatif Masstouri, Mohamed Hmimsa, Abdellah Lebkiri, Lahcen Zaimouzen, Salah Bensalah, Mohammed Kharbouchi


Idioma (VOSE): Árabe

Duración: 94'

SESIÓN 30.04.25

La presencia del cine realizado en Marruecos es poco habitual en nuestras pantallas. Se estrena ahora en las salas comerciales españolas Las jaurías (Les meutes, 2023), una coproducción compartida por Marruecos, Francia y Bélgica. Su director y guionista es Kamal Lazraq. 

Lazraq, graduado en una prestigiosa escuela de cine francesa, demuestra en este su primer largometraje un buen pulso narrativo. La cámara sigue en todo momento a los dos protagonistas en su desesperada búsqueda de una solución, generando una atmósfera angustiosa que mantiene el interés de los espectadores hasta el desenlace.

La película responde al formato de un thriller, pero va más allá, al explorar cuestiones de fondo sobre la realidad de la sociedad marroquí contemporánea. De hecho, se ofrece una dura visión de las desigualdades económicas, la corrupción sistémica y la falta de oportunidades que empujan a una parte significativa de la población, como Hassan e Issam, a afrontar situaciones desesperadas

En los suburbios populares de Casablanca, Hassan e Issam, padre e hijo, sobreviven como pueden con negocios de poca monta para la mafia local. Una noche, un hombre al que tenían que raptar muere accidentalmente en su coche. Se encuentran con un cadáver que tienen que hacer desaparecer. Empieza entonces una larga noche por los bajos fondos de la ciudad.

En la nocturnidad, buscan la manera de deshacerse del cadáver. Pero poseen distintos puntos de vista sobre la forma en que han de afrontar el problema. En un periplo, que se abandona en parte cuando llega el final, se encontrarán con tipos que les denigran o agreden físicamente. Otros que intentan ayudar sin conseguirlo y fomentan la dualidad. Casi una road movie frenética con dos personajes que, entre la obstinación y la inexperiencia, se encuentran de cara con la mala suerte y con ritos a respetar. 

En su primer largometraje, Kamal Lazraq muestra las irregularidades lógicas de un primerizo, pero exhibe una serie de virtudes que le sitúan como un cineasta interesante. Su guion se desarrolla en Casablanca y, sin embargo, rehúye lugares comunes o aquellos que mejor se identifican gracias al turismo. Y en el caso de que, con la cámara en mano, tenga que pasar por ellos, apenas resultan reconocibles. Con actores no profesionales, consigue arrancar un especial verismo que se refleja en los rostros y en los comportamientos de cada uno.

En los momentos de acción recurre a planos cortos, lo que incrementa la sensación de desasosiego para apartarse de una historia de violencia convencional. Tiende a la comedia en los momentos más trágicos, pero se trata de un humor casi desesperado, consecuencia lógica de una noche de pesadilla. Lazraq se introduce en los bajos fondos sin misericordia. 

El realizador marroquí describe el sector más desfavorecido de su país, y el submundo del hampa, en un relato que a veces se diría la versión magrebí del imaginario de Luis García Berlanga, con un humor negro, un poco en la línea de El verdugo, sin llegar a resultar desagradable del todo, o mostrar demasiada violencia. Realiza un retrato desmoralizante de la ciudad, llena de miseria, escenarios a medio derruir como por ejemplo gasolineras cochambrosas, y con habitantes capaces de vender a su madre por conseguir un poco de comida. 

El guion de Lazraq se orienta hacia la visibilización de temas relevantes, como la lucha por la supervivencia, la realidad familiar en el mundo árabe y los dilemas morales. Se ofrece una mirada desoladora sobre la realidad social y económica de los estratos más bajos de la sociedad marroquí, donde la frontera entre la legalidad y el delito se desdibuja ante la necesidad imperiosa de subsistir.

 La relación entre Hassan e Issam es otra de las claves de la historia. A medida que padre e hijo se enfrentan a situaciones cada vez más peligrosas y moralmente ambiguas, sus lazos se ponen a prueba. El contraste entre la impulsividad y desesperación de Hassan y la visión pragmática de Issam, genera una tensión constante que impulsa la trama.

Otro de los elementos a destacar es la indagación que se nos propone sobre la dualidad entre la ética religiosa y la realidad de la vida en los márgenes de la sociedad. Hassan, a pesar de estar involucrado en actividades delictivas, insiste en realizar los rituales islámicos de lavado y envoltorio del cadáver antes de deshacerse de él. Esta yuxtaposición entre la espiritualidad y la actividad criminal añade elementos de complejidad en la construcción de los personajes y plantea preguntas sobre la naturaleza de la moralidad en circunstancias extremas.

«Unos pequeños añadidos dramatúrgicos contribuyen a hacer la película todavía más “auténtica”, dotando de gran profundidad a los personajes principales. Por último, la discreta dirección de fotografía de Amine Berrada y la banda sonora de P.R2B son la guinda del pastel, ya que encajan a la perfección con esta absurda y frenética narración.« (Davide Abbatescianni. Cineuropa)

La fotografía de Amine Berrada contribuye a la construcción del ambiente opresivo y sórdido de la película. Los espacios suburbiales y desolados por los que deambulan los protagonistas aportan referencias sobre la realidad de una Casablanca que no vemos en las informaciones turísticas.

La banda sonora, compuesta por Pauline Rambeau de Baralon, complementa eficazmente la atmósfera tensa y opresiva del filme. Los sonidos ambientales de la ciudad se mezclan con la música para crear un paisaje sonoro amenazador que realza la sensación de peligro inminente.

Lazraq ha recurrido a actores no profesionales, al estilo del neorrealismo italiano, con un buen trabajo de Abdellatif Masstouri (Hassam), que se gana la vida como vendedor callejero, y debuta en el cine. No está mal el resto del reparto, pese a que los profesionales de la actuación no abundan. 

El cineasta opta por un desenlace ambiguo que deja a los espectadores con más preguntas que respuestas sobre el destino de sus protagonistas y las implicaciones de su historia.

«Buen cine negro cámara en mano y con algunos grandes planos generales de las barriadas, los edificios, la carretera, el túnel, el borde del camino, el mercado…, de la ciudad de Casablanca más allá de sus destinos turísticos.» (Review Sugar)

«En conclusión, constituye un debut cinematográfico sólido y prometedor de su director. La película propone una historia local, cuyo tratamiento la hace crecer hacia una visión más ambiciosa, para ofrecer una mirada cruda y sin concesiones sobre lo que supone vivir una realidad en los márgenes de la sociedad.» (Juan de Pablos Pons, Encadenados, revista de cine)

El director 

Nacido en Casablanca en 1984, Kamal Lazraq se graduó en la escuela Fémis en 2011 tras estudiar en el departamento de dirección cinematográfica. Su cortometraje de graduación, Drari, recibió el Segundo Premio Cinéfondation en Cannes, y el Gran Premio de Cortometrajes en el Festival de Cine Entrevues de Belfort. En 2013, dirigió otro cortometraje, Moul Lkelb (El hombre del perro), que le proporcionó numerosos premios en festivales internacionales de cine. Y en 2021 obtuvo una beca de la Fundación Gan para Cine.  

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