Pantalla Grande

El chico y la garza

¿CÓMO VIVES?



Director: Hayao Miyazaki 

Guión: Hayao Miyazaki

Fotografía: Atsushi Okui

Música: Joe Hisaishi

Canción: Kenshi Yonezu

Montaje: Takeshi Seyama, Rie Matsubara y Akane Shiraishi

Director Artistico: Yoji Takeshige

Supervisor de Animación: Takeshi Honda

Productor: Toshio Suzuki

Productor de Línea: Kideki Fukaya

Productores Ejecutivos: Koji Hoshino, Goro Miyazaki y Kiyofumi Nakajima

Intérpretes (voces): Soma Santoki, Masaki Suda, Aimyon, Yoshino Kimura, Shohei Hino, Ko Shibasaki, Kaoru Kobayashi, Jun Kunimura, Keiko Takeshitia, Jun Fubuki, Sawako Agawa, Shinobu Otake, Karen Takizawa


Idioma (VOSE): Japonés

Duración: 124'

SESIÓN 20.11.24

En el modesto estudio que dedicamos a Hayao Miyazaki en el nº 24 de nuestra Revista (2017-2018), nos despedíamos deseando que el enésimo anuncio de la “retirada” del maestro, tras El viento se levanta (2013), tampoco fuera cierto. Ya entonces recogíamos la posible noticia sobre la preparación de otro largometraje de Miyazaki, después de su corto Boro the Caterpillar (Kemushi no Boro, 2018), que según el productor Toshio Suzuki habría podido estrenarse para las Olimpiadas de Tokio de 2020… Era verdad, aunque ha tardado un poquito más. Parece que Miyazaki empezó el storyboard en 2016 y la producción en 2017, pero el proceso de realización se alargó hasta un total siete años, por la incidencia del covid y la propia ambición y complejidad del proyecto. Finalmente, El chico y la garza se estrenó en Japón el 14 de julio de 2023, en cines y en IMAX. El productor tomó la extraña decisión de lanzarla sin publicidad convencional, sin tráileres, avances o sinopsis, apostando por intrigar y sorprender al público. Salió bien: ha tenido un gran éxito (quinta película japonesa más taquillera de la historia en todo el mundo) y ha sido premiada (Oscar) y aclamada por la crítica, a lo que nos sumamos.

Aquí tampoco queremos desvelar mucho. El chico y la garza es una película que es bonito ver sin conocer por adelantado el argumento, para entrar en su mundo fantástico sin ideas preconcebidas y para dejarnos maravillar por sus giros (al menos la primera vez, pues querrán repetir). Sólo les cuento el principio. Durante la Segunda Guerra Mundial, en Tokio, la madre de Mahito (Soma Santoki) muere en el incendio de un hospital bombardeado. Al año siguiente, Mahito y su padre, Shoichi (Tayua Kimura), se mudan a una zona rural en la prefectura de Kanagawa, donde el padre dirige una fábrica de piezas para aviones y donde vive su nueva esposa, Natsuko (Yoshino Kimura), la hermana de la madre de Mahito, que está embarazada. El chico, que no puede dejar de pensar en su madre, descubre enseguida que allí ocurren “cosas extrañas”, cosas que las siete ancianas criadas saben, pero callan. Una misteriosa garza real (Masaki Suda) sobrevuela la casa, y junto a ésta se alza una torre ruinosa y tapiada, construida tiempo atrás por el loco tío-abuelo de Natsuko…

Durante su hermética creación, se dijo que la película sería una adaptación de la novela ¿Cómo vives? (Kimitachi wa dô ikiru ka) de Genzaburo Yoshino (1937), un clásico japonés que relata el proceso de maduración de un adolescente a través de su relación con sus amigos y su tío-consejero. No era cierto. La película sí lleva el título original del libro de Yoshino; en una escena, el protagonista lee ese libro, regalado por su madre; y en términos muy amplios el film comparte el tema de la maduración del niño-adolescente, pero nada más. En los créditos, se reconoce también la “influencia” de El libro de las cosas perdidas (2006) de John Connolly, cuyo planteamiento presenta una vaga similitud: un niño cuya madre ha muerto y que a través de los libros entra en un mundo fantástico. También suena adecuada la dedicatoria de la novela de Connolly: «Porque en cada adulto mora el niño que fue, y en cada niño espera el adulto que será». Pero, en fin, las principales referencias las podemos encontrar más cerca de casa, en la propia obra de Miyazaki. La estructura es similar a El viaje de Chihiro: personaje joven que, a través de un edificio ruinoso, entra en un mundo fantástico y en ese “viaje” madura a través del trabajo duro y el compromiso. Las puertas que se abren a distintos tiempos nos pueden recordar El castillo ambulante. Los encantadores warawaras globulares son parientes de las criaturas del bosque de Totoro o Mononoke. Y no seguimos, por lo ya dicho sobre no destripar demasiado.

El chico y la garza incorpora elementos autobiográficos de Miya-san: su padre era ejecutivo en una fábrica de piezas para aviones de caza, lo mismo que el padre del protagonista. Más allá de datos concretos, el film plasma sus temas recurrentes, preocupaciones y sentido ético (el trabajo, el esfuerzo, la armonía con la naturaleza). Como es habitual en su cine, no hay villanos en esta película, sino personajes complejos y multidimensionales, desde la garza, el mago tío-abuelo (Shôhei Hino), las criadas y la aguerrida pirata Kiriko (Ko Shibasaki), hasta los pelícanos y periquitos antropófagos. Sobre todo, la película recoge los sueños de Miyazaki, que para él son tan verdaderos como la realidad (según Toshio Suzuki, para el director la película es la realidad y el mundo real es ficción). El propio Miyazaki ha declarado que la creación de esta película fue como abrirse la cabeza y exponer su cerebro. Hay un extraordinario documental de dos horas, Hayao Miyazaki and the Heron (2024), dirigido por Kaku Arakawa, que, mucho más que un making of al uso, es una compleja crónica de la larga y difícil creación del film y de los elementos que están en su trasfondo. El principal, la influencia del eterno colega, amigo y rival Isao Takahata, fallecido el 5 de abril de 2018. Fue Takahata quien le empujó a hacer otra película («los directores no se jubilan», sentenció) y durante su realización pensaba todo el tiempo en Pak-san, como le llamaba. El personaje del tío-abuelo está inspirado en Takahata y en su relación con él.

El productor Toshio Suzuki estaba preocupado, porque creía que a veces los directores, cuando envejecen, pueden perder fuerza. Puso junto a Miyazaki a Takeshi Honda, como supervisor de animación. Honda, famoso por su estilo dinámico de animación en la saga Evangelion y que ya había colaborado con el director en sus obras anteriores, desde Ponyo (2008), pertenece a otra generación y pudo aportar una tensión creativa enriquecedora, unas veces, y conflictiva, otras (el objetivo era “poner nervioso” a Miya-san, según Suzuki). Aunque ya no puede revisar personalmente cada fotograma, como hacía antes, Miyazaki sigue queriendo supervisar la animación principal, no se limita a crear el guión gráfico o storyboard. Como podemos ver en el documental citado, toda la base de la película está dibujada a mano, con papel y lápiz, y también es artesana la animación principal, sobre hojas dibujadas. Luego, claro, ya entran los ordenadores para completarla y, de manera muy discreta, las imágenes generadas digitalmente. Una preciosa banda sonora de Joe Hisaishi, cuyo comentario podrán leer en otra página, redondea esta obra maestra.

No sabemos si El chico y la garza será o no la última película de Hayao Miyazaki. Como pasa en su cine, los dioses no siempre son benévolos. De momento, disfruten de esta maravilla que, además de ser una gran obra en sí misma, podemos ver como compendio y culminación de sus temas y su estilo.

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