“Aquí, en nuestra pequeña aldea de Anatevka, todos somos como un violinista en el tejado, intentando arrancar una melodía sencilla y agradable, sin rompernos el cuello. No es fácil. ¿Cómo mantenemos el equilibrio? Se lo diré, en una palabra: ¡tradición! Aquí en Anatevka, tenemos tradiciones para todo, para dormir, comer, trabajar, vestir… Gracias a nuestras tradiciones, cada uno sabe quién es y lo que Dios espera que haga…”
Estamos hacia 1905, en un shtetl o aldea judía de la Rusia zarista (en una zona que, precisamente, correspondería a la actual Ucrania). El lechero Tevye (Topol) nos presenta su pueblo, sus habitantes, y las tradiciones que determinan el rígido papel de los padres, las madres, los hijos, las hijas, la casamentera, el mendigo o el rabino (“Tradition”). Una de las principales tradiciones es que los jóvenes no pueden decidir por sí mismos con quién se casan. Los matrimonios deben ser arreglados por la casamentera y el padre. Mientras tienden la colada y se preparan para el Sabbath, las tres hijas mayores de Tevye, Tzeitel (Rosalind Harris), Hodel (Michele Marsh) y Chava (Neva Small) imaginan que la casamentera les va a conseguir un novio ideal (“Matchmaker, Matchmaker”). La escena es casi una mini-obra en tres actos: primero expresan sus sueños (educado, rico, guapo), luego se dan un baño de realidad, dado que son hijas de familia pobre (gordo, viejo, borracho, maltratador, un hombre y gracias), y al final le piden a la casamentera que no tenga prisa… Pero Yente (Molly Picon) ya ha llegado a casa de Tevye y Golde (Norma Crane), con una oferta de matrimonio para Tzeitel, con el rico carnicero Lazar Wolf. Por su parte, Tevye también tiene sus sueños de riqueza (“If I Were a Rich Man”), aunque su mayor sueño sería poder pasar el día estudiando los libros sagrados junto a los hombres sabios.
Al pueblo llega un forastero, Perchik (Paul Michael Glaser), un estudiante revolucionario que viene de Kiev y que anuncia que el mundo está cambiando. Tevye le ofrece alojamiento y comida a cambio de les dé clases a sus hijas, y Perchik se suma a la celebración familiar del Sabbath (“Sabbath Prayer”). Luego, Tevye se reúne con Lazar Wolf (Paul Mann), para tratar sobre el matrimonio de Tzeitel. Es un hombre mayor que el propio Tevye y poco refinado, pero bienintencionado y rico, y con él su hija no pasará hambre, así que ambos acuerdan la boda y van a celebrarlo (“To Life”). Pero Tzeitel se ha comprometido en secreto con el sastre Motel Kamzoil (Leonard Frey), los dos se aman e imploran a Tevye que les permita casarse. El lechero duda, porque Motel es pobre, pero ve el amor en los ojos de su hija y cede (“Miracle of Miracles”). Luego, tiene que inventarse un “sueño” para convencer a Golde de romper el trato con el carnicero (“Tevye’s Dream”). Mientras, el Comisario zarista (Louis Zorich), advierte a Tevye de que pronto tendrán que hacer una “demostración no oficial” (pogromo) contra los judíos. Se celebra la boda entre Tzeitel y Motel, en la que todos reflexionan sobre el paso del tiempo y lo que traerá el porvenir (“Sunrise, Sunset”), y Perchik rompe las tradiciones al promover que los hombres y las mujeres bailen juntos… La celebración se ve interrumpida por el pogromo que cierra el primer “acto”. Mientras, la inteligente Hodel y Perchik se han enamorado, pero ya no piden el “permiso” de Tevye, sino sólo su “bendición”, pero él les da la bendición y el permiso no pedido, porque en el fondo le gusta el estudiante. Perchik tiene que irse para hacer la Revolución, y Hodel tendrá que abandonar Anatevka y su familia para unirse a él (“Far from the Home I Love”). Por su parte, Chava se enamora de un ruso no judío, Fyedka (Ray Lovelock), y se casa con él sin bendición ni permiso, fuera de su pueblo y de su religión… Una línea que quizás Tevye ya no pueda cruzar (“si me doblo tanto, me romperé”).
La historia de la película es cómo se derrumba y desaparece ese mundo tradicional de Anatevka. Por una parte, por factores internos, representados por las bodas de las tres hijas mayores, que van desafiando de manera sucesiva, cada vez más grave, la tradición, desde prescindir de la casamentera hasta casarse fuera del judaísmo. Y, por otra parte, porque la historia llega hasta una Anatevka que no había cambiado en siglos. La revolución de Perchik, pero también los pogromos que anticipan la gran oscuridad que caerá sobre todos los judíos de Europa…
En otras páginas, hemos hablado ya del guión, los intérpretes, la fotografía, la música, todos los elementos que componen esta obra maestra… En uno de los documentales sobre el rodaje, vemos a Norman Jewison llorando tras las cámaras en el rodaje de la escena de “Anatevka”. Sabemos que muchos de los habitantes de Anatevka terminarán en Auschwitz, Dachau o Buchenwald… En su expulsión resuenan todos los éxodos y todos los refugiados, hasta la Ucrania actual.